martes, 14 de abril de 2009

Las guerras sucias

La estrategia de Acción Nacional, instrumentada por el presidente de su comité nacional, Germán Martinez, está definida: vincular al PRI al narcotráfico y de esta manera contener las posibilidades de que el otrora partido gobernante alcance la mayoría en el Congreso de la Unión.

La mayor fortaleza del presidente Calderón en términos de opinión pública es la denominada guerra contra el narcotráfico, misma que había propiciado señalamientos en el sentido de una supuesta cercanía de los altos mandos del aparato de seguridad con algunos cárteles de la droga, en particular con el llamado Cártel de Sinaloa, mientras se combatía duramente a los adversarios de esta organización delictiva.

(Literalmente entre paréntesis: es de resaltar que como resultado de la publicación en la revista Forbes de un artículo en el que se menciona al líder del Cártel de Sinaloa como uno de los hombres con una mayor fortuna personal en el mundo, así como de las alusiones de altos funcionarios estadunidenses advirtiendo que México corría el riesgo de ser un "estado fallido", precisamente por el predominio de los cárteles en algunas zonas del territorio nacional, y ante la inminente visita de la secretaria de Estado estadunidense al país, el gobierno calderonista haya presentado a uno de los supuestos líderes del cártel citado.)

En este contexto, resulta natural que Acción Nacional pretenda capitalizar el respaldo ciudadano al gobierno de Calderón en este capítulo, y de pasada, mermar las posibilidades electorales priístas.

Es una jugada de tablero que se puede argumentar brillante, que sin embargo no deja de tener sus costos, todos ellos pagaderos posterior a la elección.

Uno, el rompimiento de la alianza política del calderonismo con el PRI, que tan buenos -o regulares- dividendos legislativos dejó a Calderón. Esto ya es evidente con los posicionamientos de Beltrones enfrentando al presidente.

Dos, como consecuencia de lo anterior, la polarización política, en una reedición del enfrentamiento entre obradoristas y panistas.

Al respecto: Seguramente el costo se midió, previo a la adopción de la estrategia panista. Principalmente hay un aspecto a observar: la alianza con el eje Beltrones-Gamboa puede sustituirse en la Cámara de Diputados con el liderazgo y la interlocución de Beatriz Paredes, la presidenta nacional del PRI y próxima legisladora federal. Y otro aspecto de la mayor relevancia: la interlocución entre el perredismo que comanda el flamante presidente del PRD, Jesús Ortega, y el gobierno de Calderón, ha quedado evidenciada en los últimos procesos legislativos, como ocurrió en el tema de la reforma energética, misma que subsanaría déficits de puntos de negociación en el Senado. Además, seguramente se encontrarán nuevos espacios de negociación para desagraviar a Beltrones.

Así, Calderón y el PAN pueden permitirse agraviar un poco a quien hasta hace unos meses era su principal aliado político: el PRI y a su coordinador en el Senado, de quien se llegó a decir ostentaba el poder de un vicepresidente de facto.

Las guerras sucias ya están aquí.

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